Hay algo fascinante en esta hermosa y melancólica primera novela de Paolo Giordano (2008). Alice y Mattia, a quienes el lector puede acompañar desde una experiencia decisiva que cada uno de ellos ha tenido durante su infancia, parecen haberse quedado pegados al camino del sufrimiento. Alice se siente rechazada por sus padres y por sus compañeros y Mattia, por su parte, ha decidido aislarse del resto del mundo. Sus vidas se cruzan en el colegio y allí establecen una especie de amistad, que es en realidad una relación bastante precaria en la que ambos se refugian de la soledad. Como los números primos gemelos, Alice y Mattia, aunque estén siempre próximos, no llegarán a unirse nunca.El tema central del libro es la soledad y está tan bien tratado que el lector puede sentir el dolor de sus protagonistas casi corporalmente. Las descripciones son muchas veces inusuales pero a la vez comprensibles como cuando utiliza imágenes cotidianas para explicar lo que va sucediendo en el alma de sus personajes. Los diferentes conflictos de las figuras están descritos de forma igualmente gráfica y comprensible, sin perder por ello la sobriedad y austeridad que caracterizan el relato. La estructura clara de la novela que combina muy bien con el planteo del tema, el estilo de fácil lectura y la insistencia con la cual describe la vida sentimental de los protagonistas son los logros de este impresionante debut. Lo que me pareció un toque flojo fue el final porque, a diferencia del resto del libro, parece escrito a las apuradas. A pesar de esto, me apunto a los otros dos libros que desde entonces ha publicado Giordano.

Otro libro que se me queda cojo por el final, aún así me ha encantado.