Escribo esto en femenino, porque esta es mi perspectiva, pero también va dirigido a todos los hombres.
Me pasé toda la vida pensando que era una chica dura, de corazón intraspasable, y de carácter duro, o al menos eso quería creer, y hacer que los demás creyeran. Estoy segura, que si le preguntaras a las personas que me conocieron hacer dos, o tres años, hubieran dicho que ni de broma, un hombre podría achantarme, o hacerme daño, tanto físico, como mental. Y estoy segura que yo también lo habría asegurado.
Pero si para algo esta la vida, y el destino, es para poner en duda todo lo que tenemos seguro. Y para enseñarnos, que nunca terminaremos de conocernos a nosotros mismos. La vida da miles y miles de vueltas, y nunca saber como una de ellas te va a cambiar.
Descubrí todo eso, cuando yo tuve que pasar por una de ellas.
Con dieciséis años, casi recién cumplidos, me entró la prisa por encontrar novio. Todas las chicas a mi alrededor tenían pareja, y yo también quería descubrir como era aquel mundo. Sobra decir que siempre he sido muy curiosa, y como dice mi madre, la curiosidad un día me va a matar. Pero supongo que en aquel momento no era consciente que el amor no se busca, y mucho menos se regala.
En fin. Un día de locura se me ocurrió descargarme una red social para conocer chicos. Todo era normal… hablaba con algunos, me caían bien, o me caían mal. Pero en un momento, viendo fotos de todos aquellos muchachos que se describían como “perfectos imperfectos”, vi la foto de un chico al que había visto otras veces en algunas fiestas de mi pueblo. Por supuesto me lancé a ello, y en menos de una semana ya habíamos quedado para conocernos en persona. La primera impresión que me llevé no fue para tirar cohetes, era un chico algo insulso, con poca conversación, y algo terrenal para mi gusto. (Claro, hablo de la personalidad, que es lo que a mi me interesa). La cosa es que, entre mi juventud, mi inexperiencia, y mis ganas por descubrir algo nuevo, a la semana siguiente volvimos a quedar y me besó.
Lo siento, no fue un beso robado demasiado bonito. Practicamente me obligó a besarlo, y como si eso no fuera poco, digamos que tocó todo lo que pudo y más. Si, también fue mi culpa. Yo, a pesar de que le decía que eso no me agradaba, no puse los puntos sobre las íes, pero que puedo decir… ni me lo esperaba, ni era lo suficientemente consciente de que eso era una falta de respeto hacia mi misma. Él tenía cuatro años más que yo, era más adulto, y sabía lo que hacía. O eso me decía yo.
Los días fueron pasando, y entre sus palabras acarameladas, y mis pensamientos color de rosa, me fui convenciendo más que esa relación prometía. Así que a las dos semanas de habernos conocido… ya eramos novios.
Supongo que en el momento, en el que el chico al que le has confiado tu virginidad, se da la vuelta, después de un polvo “penoso”, y con todo su morro te dice “¿seguro que eras virgen?”… en ese justo momento tenía que haberme levantado y haberme ido. Pero le echaré la culpa otra vez a la inexperiencia, y a la gilipollez del muchacho.
Durante los meses que estuvimos juntos, me llevé chasco tras chasco. Para mi, el amor es algo de cada día, hay que demostrarse que se quieren, y que se interesa el uno por el otro. En mi caso lo único que recuerdo de esos momentos es “no me digas tanto te quiero, me agobias”, “no me hables tanto los whatssap, me agobias”, “no te puedo acompañar al dentista, estoy cansado”, “yo no soy como tú, yo hago cosas, por eso no tengo tantas ganas de estar contigo”, “mis amigos van primero que tú, los conocí antes”, “no me acaricies”, “no leo tus relatos porque estoy cansado”.
No, una persona que te quiere no te trata así. NO busca excusas para cualquier cosa. NO le da poca importancia a lo que te gusta. NO te dice que le dejes de dar cariño. NO permite que vuestra chispa de apague. Lo siento chicas y chicos, pero eso NO ES AMOR.
Si estáis en una relación así, mi consejo es que os apartéis YA. Porque lo único que ocurrirá, es que esa persona os romperá tanto por dentro como le sea capaz, y cuando vosotros por fin os deis cuenta del destrozo que ha hecho en vuestro corazón, y por fin os atreváis a decirle adiós a esa relación toxica, ellos se harán las victimas, lloraran, y os pedirán perdón cientos de veces, hasta que volváis con ellos, y el cuento vuelva a empezar.
A pesar de vuestras ganas por cambiar a esa persona… No podéis cambiar a alguien que no quiere hacerlo. Y tú te mereces alguien que te dé todo lo que te mereces. Porque aunque en esos momentos no lo creas… Te mereces amor del bueno, te mereces alguien que te cuide cada día, que te haga pequeños detalles, que te diga “te quiero”, y “te amo”, todas las veces que sean necesarias para que seas totalmente feliz. Te merecer a alguien que se interese por tus gusto, que te escuche tus ideas y locuras, que no le de miedo imaginar un futuro a tu lado, porque eso solo eso… “imaginar”, luego la vida ya pondrá las cartas que tiene que poner. Te mereces todo eso y más, si tú también eres capaz de darlo.
Todo pasa por algo, y en esa época de mi vida aprendí más que nunca. Así que no todo es negativo.
En mi historia, a pesar de que me ha costado darme cuenta… yo no fui el desastre. Yo fui la desastrada. No dejéis vosotros que hagan paños con vuestra alma. No merece la pena. Pero hay gente que si la merece, y está ahí, esperando para conoceros y daros amor.
Yo hoy le doy gracias a mi pedacito de cielo. Él me enseñó a darme cuenta de todo esto.
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