Zeus tuvo un hijo con una mortal al que llamó Hércules, pero fue a espaldas de su mujer, Hera -quien más tarde lo maldeciría en cuanto supo de su existencia-. El niño no pudo ser un dios, culpa de su parte humana, sino un semidiós con todos los defectos y escasas virtudes de ambas partes. Por eso, Zeus, su padre todopoderoso, le regaló un cachorro para que lo acompañase: Sócrates; que, aunque pudiera parecer un perro normal, era la encarnación del filósofo, antes de que lo dejasen ser humano (de ahí lo del semiperro). Desde entonces, filosofía y mito, lógica y sinrazón, fueron de la mano, juntas pero enfrentadas, desde que el hombre es hombre y el perro, perro.
Sócrates, el semiperro, está condenado a entenderse tanto con el capricho de los dioses como con la insensatez de los hombres; a base de astucia, paciencia y conocimiento, poniendo en evidencia que ambos seres, mortales e inmortales, se parecen sospechosamente, porque son: caprichosos, irracionales, y poderosos; aunque siempre grotescos. Dispuestos a crearse todos los problemas que puedan, hasta llamarlos ‘soluciones’. Esto hace que, a veces, Sócrates desee ser un perro y quiera comportarse como tal.
Con un guión de Joann Sfar y las ilustraciones de Christophe Blain, este cómic -que de momento es una trilogía (Heracles, Ulises, Edipo)- es una lectura excelente para el ateo y librepensador que sabe lo que es un mito y disfruta de ello.
Joann Sfar -que esta vez hace de guionista- y Christophe Blain son dos autores y dibujantes sobresalientes. Este último dota a sus creaciones de una gran expresividad y dinamismo, por encima de lo que pudiera parecer un trazo simple. Además, Blain es, aparte de uno de los autores más prolíficos del momento, uno de los más importantes del panorama actual; que, a menudo, se delata por dotar a sus protagonistas con una narizota dispuesta a meterse en donde haga falta.
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