El discurso digital como oportunidad de (des)encuentro millennial

Por Carlos C. Peguero

Escribe como quieras, usa los ritmos que te salgan, prueba instrumentos diversos, siéntate al piano, destruye la métrica, grita en vez de cantar, sopla la guitarra y toca la corneta. Odia las matemáticas y ama los remolinos. La creación es un pájaro sin plan de vuelo, que jamás volará en línea recta (Violeta Parra)

Sea que escribamos un tweet al despertar, actualicemos nuestro estado de Facebook a la hora de almuerzo o veamos el noticiero televisivo de la noche, no somos totalmente consientes de cómo estas tecnologías transforman nuestras dinámicas cotidianas o la experiencia compartida en el mundo. Nacidos en una era permeada por la actualización constante de las tecnologías de comunicación, una generación tildada como millenials, estamos absolutamente acostumbrados -y cada vez más- a convivir con otros en los espacios digitales de sociedad.

Mucho se ha discutido ya sobre la relevancia de las nuevas tecnologías en la comunicación, pero es el hecho de asumir su normalización en nuestras vidas lo que debe llamarnos más la atención. Tal y como menciona Clay Shirky, cuando dejamos de asombrarnos o fascinarnos por el uso novedoso de un nuevo medio es el momento en donde ese canal adquiere la potencia de transformación social. Sus configuraciones nos son más propias y podemos extender allí una diversidad de usos más allá de la entretención o la fascinación por participar de la tendencia.

¿Cómo la diversidad mediática ha transformado a la cultura? ¿De qué forma, entonces, podemos usar este panorama para ajustarlo a los beneficios de nuestra generación?

Fotografía por Agencia Aton Chile

En el pasado de una cultura análoga las posibilidades de generar sentido se constreñían a un ritmo pausado. Los canales para la construcción de mensajes no soportaban la interrelación entre ellos. Entonces, los procesos comunicativos eran tratados y asumidos como relaciones binarias (emisor-receptor) y unidireccionales (mensaje-público). Sin embargo, la digitalización nos ha provisto de un quiebre en la comunicación tradicional. Tal y como destaca Henry Jenkins, “el ordenador no vino a transformar la cultura de masas, sino a destruirla”.

La circularidad de los nuevos instancias comunicativas reordenaron las disposiciones clásicas del consumo mediático. Pasamos de las limitantes de los consumidores a las múltiples posibilidades de ser productores. En palabras de Cristóbal Cobo, “hoy tenemos gradaciones de todo y categorías intermedias inexistentes antes. Es como si de pronto el boxeo hubiese pasado de tener solamente dos categorías: peso pesado y peso pluma, a toda la gama de las que tiene hoy en una gradación variopinta”.

Sin embargo, como toda fuerza natural de preservación humana, la resistencia a los cambios se nos presenta como una realidad. Las generaciones anteriores se apropiaron de una construcción de mundo en su época que formó los pilares en donde -todavía- hoy yacen los medios masivos de comunicación. Y pese a que han tenido que enfrentarse a mutar y acoger a las nuevas plataformas, su utilización suele no ser unísona a los requerimientos o potencial del pensamiento contemporáneo.

A demonstrator looks at a riot policeman during a protest marking the country’s 1973 military coup in Santiago, Chile September 11, 2016. REUTERS/Carlos Vera FOR EDITORIAL USE ONLY. NO RESALES. NO ARCHIVE. TPX IMAGES OF THE DAY CHILE-PROTEST/

Fotografía de Carlos Vera Mancilla

Es por lo anterior que corremos el riesgo de perder el protagonismo en nuestra propia historia. Si realmente queremos que nuestros intereses y valores sean representados, tenemos que apropiarnos de nuestro momento y poner estas herramientas de comunicación a nuestro servicio. La digitalización hoy nos permite construir discursos que rompen con los esquemas monomediales para generar otros hipermediales, como señala Carlos Scolari. La convergencia de formatos para romper las fronteras del status quo es más que una posibilidad en nuestro tiempo, ya existe.

La fotografía de Carlos Vera se toma en 2011 con un sentido de levantamiento de voces en la lucha del movimiento estudiantil chileno por los derechos sociales y a través de las redes sociales se viraliza hacia todo el mundo. Unos años después, es usada por la cantante norteamericana Madonna para apoyar su mensaje contra la política imperialista de su país y en apoyo a las comunidades africanas de Malawi. Esta es una de las pruebas de cómo la cultura hipermediática llega a quebrantar los límites. Hay una diversificación de los medios que permite dinamismo semiótico y logra la traducción del sentido al descentralizarlo de los espacios estáticos como la proximidad local o el idioma.

También en Chile y desde hace algunos años, el país se ha convertido en el destino común de muchos migrantes que, buscando nuevas oportunidades, deciden enfrentarse al tránsito territorial. Hoy vemos como la ciudad se transforma vertiginosamente hacia la inclusión del re-mestizaje latinoamericano. A pesar de lo anterior, la acogida del sistema político no ha estado al nivel de garantizar los derechos fundamentales de estas personas.

En momentos como estos es en donde la hipermediación se presenta como una acción inmediata de reordenamiento de los reclamos y las voces para transformar la sociedad civil al ritmo en que amerita nuestro contexto. La identificación de nuestra generación con estas redes propias del mundo contemporáneo nos ayudará a generar nuevos encuentros (y desechar aquellos ya obsoletos), democratizar el espacio público y retomar la nuestra posición que nos corresponde en él y que se nos sigue prohibiendo.

 

Advertisements Share this:
Like this:Like Loading...