¿Alguna vez has ido a una boda que se celebra en el infierno? ¿El novio de tu ex es el mismísimo Hitler? ¿El mejor amigo de tu novia es un monstruo enorme con un montón de penes? ¿Te ha rechazado una chica incluso estando a punto de destruirse el mundo? O ¿tu novia se ha comprado un robot sexual porque tú no le satisfaces?
Todas estas cosas y más le han pasado al pobre Josh en la gran serie de Simon Rich “Man seeking woman” de FX. Con una premisa tan sencilla y explotada como la de “chico busca chica” el creador nos introduce en el mundo de las relaciones amorosas pero desde un perspectiva surrealista y con un humor particularmente absurdo.
El maravilloso y enorme Jay Baruchel toma las formas de un Woody Allen para dar vida al protagonista de esta serie, Josh, un chico de 27 años, soltero, que vive de un trabajo temporal, con una visión naive del amor. El guionista hace una trabajo excepcional a la hora de putear a esta especie de Ted Mosby que es humillado y vejado continuamente para gran gusto de los espectadores. De hecho, es especialmente cómico cómo él reacciona como una persona normal ante las situaciones más disparatadas y extrañas. Ya conocía a Jay Baruchel por “Undecleared” pero esta serie me ha hecho adorarlo.
La originalidad de esta joya del post-humor reciente reside en cómo juega con los tópicos de la ficción al mismo tiempo que los utiliza. En un gran ejercicio creativo, Rich aplica escenas clásicas del cine y la televisión a la historia de Josh mezclando la realidad con la ficción más bizarra de una manera brillante, pero, sin duda, lo más arriesgado de esta serie es cómo se atreve a parodiar a personajes relevantes de nuestra historia (reales o ficticios) como los que he mencionado antes, Hitler o Jesucristo. Créeme, hay situaciones en esta serie que jamás has visto o leído en ningún sitio.
Aunque el piloto y los episodios de principio de temporada de “Man seeking woman” no son los mejores, voy a seguir dando el coñazo a todo el mundo con que vean esta serie porque es una comedia muy arriesgada que, por lo menos a mí, me ha marcado. La odiarás o amaras pero merece la pena darle una oportunidad.
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