Bina y Amal -suegra y nuera- se conocen en una situación límite. Oiel, el joven que las une, ha sido gravemente herido en un atentado terrorista. ¿Podrá el amor por ese hombre ser más fuerte que las convicciones religiosas?
Por Soledad Hessel
“Lo personal es político” reza la frase reproducida en todos los contextos imaginables. Si a esa frase le agregamos la religión todo se vuelve más personal. Y más político.
Oiel tiene veinticinco años, trabaja como agente de seguridad y hace años que no ve a su familia, judía ortodoxa, ya que no comulga con sus ideas. Es tanta la distancia que se ha impuesto entre ellos que incluso ha cambiado su nombre. Una mañana, a causa de un atentado terrorista, sufre graves heridas que lo dejan en estado de coma.
Pero Oiel no es el protagonista de esta historia, es sólo la excusa para que dos mujeres de diferentes edades y creencias se encuentren: Bani, su madre y Amal, su novia con la que vive desde hace casi dos años, aunque sus padres no lo saben.
Al inicio de la película Bani y Amal comparten transporte en camino al hospital, aunque todavía no se conocen. Llegan juntas a ver a Oiel, pero Amal decide hacerse pasar por la hija de otro enfermo que está en estado vegetativo, no quiere que su suegra la conozca. Enfrentando las creencias ortodoxas de Bani, Amal es árabe.
Y en este punto es donde Miya Hatav, la joven y multi premiada directora de rigen israelí a cargo de esta película, plantea las diferencias que surgen en el largo enfrentamiento árabe-israelí que es parte de la vida diaria de estos pueblos desde años atrás. Donde lo político chica contra la vida cotidiana, donde lo religiosa separa y destruye familias. Pero este conflicto es planteado en lo personal, en lo íntimo de cada uno de los personajes. No se toman posturas explícitas ni se expone la realidad social y política como si fuera un documental, ni se hace hincapié en mostrar los ataques terroristas en vivo.
Las mujeres se conocen, con la joven escondida detrás de su identidad falsa, y entablan una relación de amistad y compañerismo en una situación límite. Bani descubre en un momento en Amal a la novia de su hijo a quien acepta con alegría y cariño, convirtiéndose en confidentes. Pero, ¿qué pasará con esa familia que profesa una religión con profunda convicción cuando descubran que esa chica tan dulce, a quien su hijo ama profundamente es una “enemiga”?
“Entre dos mundos” (2016) es una película profunda que plantea sin medias tintas las relaciones humanas en un contexto social y político en crisis en el cual las propias convicciones se tambalean, donde se re piensan los vínculos tratando de entender el pensamiento y las razones del otro para actuar de una o de otra manera confrontando también las propias acciones, donde unos comprenden y otros se cierran sobre sí mismos amparándose en esa guía moral y vital que los ha acompañado durante toda su vida.
Maya Gasner como Bina y María Zreik en la piel de Amal son las dos actrices que llevan adelante con maestría actoral los personajes principales de este film. Gasner, la madre dispuesta a todo (¿todo?) para recuperar a su hijo y Zreik como la novia que utilizará todas las herramientas a su alcance para no perder a su compañero, transmiten con sus gestos y miradas toda aquella lucha que se ha desatado en su interior, sus miedos y contradicciones, sus deseos y sus sueños de una vida mejor.
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