Nada de Notas

Perdido y encontrado, perdido y encontrado …

¿Qué es lo peor que le puede pasar a un escritor? Bueno, podría ser asesinado por fascistas, por supuesto, como Lorca o morir en un accidente de avión como Ibargüengoitia. Podría quedar ciego como Borges o loco a la manera de Clare. De acuerdo, así es que todavía estoy vivo. Física y mentalmente intacto. De lo contrario, la pérdida de un cuaderno sería casi tan malo como se propone. Y eso es lo que me ha pasado exactamente, dos veces.

Antiguo cuaderno que muestra un esquema cronológico de los acontecimientos en mi trabajo en curso.

Mientras pensaba en cómo llamar a esta publicación, me di cuenta de que ya tenía una llamada “El Cuaderno Perdido” entre mis borradores. Hace un año o más, dejé mi cuaderno anterior en el bar al que solía ir por desayuno y café. Esa fue la primera vez. Y me salí con la mía. El maravilloso personal del Golden Lion Inn (ahora cerrado, desafortunadamente) lo encontró y guardó para mí.

La segunda vez, dejé mi libreta de apuntes en la puerta del aeropuerto de Madrid-Barajas mientras lidiaba con demasiado equipaje. Estábamos en algún lugar de la Bahía de Vizcaya cuando me di cuenta de que no la tenía, aumentando la sensación de pérdida que ya estaba experimentando, el viaje me estaba alejando de mi amada. La auxiliar de vuelo (British Airways resultó particularmente inútil al respecto) me proporcionó una serie de números telefónicos inservibles que me dirigieron a llamadas que nunca fueron respondidas o que fueron contestadas pero proporcionaron respuestas ininteligibles. Está de más decir que no pude recuperar mi cuaderno.

Cuadernos. Útiles para almacenar mapas ferroviarios cuando se viaja y escribe.

Alguna vez pensé en usar el descubrimiento de un cuaderno perdido como dispositivo narrativo. Esto ocurriría en una estación de tren en vez de un aeropuerto. Perdido en el trayecto. ¡Oh, ironía! Ahora parece improbable que mi cuaderno siga esa trayectoria. Estoy bastante seguro de que alguien se embolsó la pluma agradablemente ligera (regalo de despedida de mis ex-compañeros de trabajo) y tiró la libreta en el bote de basura más cercano.

¿Qué perdí entonces? Un año de notas sobre mi trabajo en proceso, comentarios sobre mi próxima novela, el diario de mis viajes por México y Colombia, mi lista de diálogos recolectados al paso. Nada de notas, entonces. Para ser franco, me siento bastante desconsolado. Espero que esta pérdida conduzca a mi imaginación por direcciones inesperadas. Bueno, hay que terminar con una nota optimista.

Texto e imágenes © PAR 2017

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