Cerro Hermoso: destino imperdonable

Desde el momento en que se toma de la carretera federal 200 la desviación hacia la comunidad de Zapotalito, comienza el adentramiento al pequeño paraíso en donde se encuentra una de las playas con los atardeceres más bellos del invierno en Oaxaca: Cerro Hermoso.

TXT & Fotografía: Melvin Nelson

Sobre el trayecto hacia tan idílico fragmento de la costa oeste mexicana, luego de pasar por colinas arbóreas con motas bajas de terrenos de pastoreo y al toparse de frente contra el gran espejo de agua que resulta ser el inmenso esplendor de uno de los cuerpos de agua más grandes de las lagunas de Chacahua (como si de un salto a un precipicio luminosamente celestial se tratase), visitantes primerizos, asiduos y lugareños reconocen definitivamente tales preámbulos como los rimbombantes portales de un camino que; siguiendo la ribera de la laguna flanqueada por manglares, palmas, garzas, cigüeñas, casas humildes y el folklore de la comunidad; los conduce a un espacio de ensueño digno de tal portento. El microrelato surrealista en el cual se convierte mentalmente este trayecto de aproximadamente 15 minutos, constituye el inicio de una experiencia imperdonable.

De vez en cuando, el universo suele conflagrar circunstancias con el potencial de ocasionar caos en nuestros pensamientos y nuestras emociones. Éstas, a pesar de implicar un desajuste mental, no son precisamente malignas. Es también el inconsciente quien las invoca pues está urgido de replantearse las situaciones que presionan la parte consiente de la mente. Es, pues, debido a su capacidad para mutar los fundamentos de nuestro actuar, de transgredir nuestra visión del universo, que dichas circunstancias devienen en experiencias imperdonables.

Las experiencias imperdonables pueden ser instantáneas como las producidas por las epifanías o estar construidas a partir de una serie afortunada de eventos a reflexionar. En ocasiones, puede ser una mezcla de ambas, pues la reflexión inducida por los eventos afortunados puede presentarse en forma de epifanía. Los viajes que realizamos son fuentes de donde brotan borbollones de situaciones o instantes capaces de convertirse en experiencias imperdonables, pues liberan al consciente del estrés y cede libertad al inconsciente. En Cerro Hermoso los atardeceres de invierno, son el cenit sensacional durante el cual los elementos de la naturaleza y la dinámica astrológica interactúan para hacer de ese rincón costero un escenario surreal que hipnotiza la mente y cataliza el establecimiento de una mancuerna entre la mente consciente e inconsciente capaz de replantear modos de vida.

El acceso a la comunidad de Cerro Hermoso está dado por un pequeño puente que atraviesa un riachuelo nutriente de la laguna. El tramo de terracería previo a encontrarlo, la apariencia medieval de su estructura, las aguas empedradas y turbias surcándolo al barullo de un canto incomprensible, y, finalmente, mirar al otro lado casas de apariencia africana (algunas con paredes de varas y con techos de palma seca), contribuyen a imaginar que tal puente es el místico enlace transportador a una realidad hiper ajena y maravillosa.

Cerro Hermoso es el asentamiento de una comunidad de pescadores dedicados ambivalentemente a la actividad restaurantera y turística, las cuales, durante los periodos vacacionales eventualmente se convierten en actividades económicas prioritarias. Extendida desde la playa y hacia el interior del territorio continental, la comunidad físicamente está constituida por menos de un centenar de pequeñas casas distribuidas en cuadras perfectamente planeadas y separadas por calles arenosas cuya fuente de vida son el andar cadencioso de sus habitantes.

Es imposible no quedar absorto ante la presencia del primer habitante a quien la casualidad presenta en seguida de haber atravesado el puente de acceso. El primer cruce de miradas es trascendental. Sin intercambiar una sola palabra, en sus ojos escrutantes es posible advertir una historia individual y colectiva asombrosamente disonante por lo ajena que parece y tan propia que se vuelve. El amor por nuestra humanidad, entonces, se hace obvio y ello se vuelve la bienvenida pactual emocional a una comunidad ansiada por conocer y a la cual pertenecer por el tiempo de estancia.

La bienvenida factual se da con la voz materializada en la palabra. Cuando desciende el cuerpo del auto, el alma siente la arena por la cual muchas otras vidas han transitado, el sol que muchas otras pieles ha avivado y el calor que muchas pasiones ha conflagrado. Preguntarse por el destino de tanta gente distinta y a la vez tan humana como uno que también se propone la felicidad, es interrumpido por el encantador acento de voces discordantes dando la bienvenida e invitando a guarecerse bajo las sombras de alguno de los restaurantes enramados a la orilla del mar. ¡Qué decisión tan difícil! Es entonces cuando la humanidad es relegada y el mar reclama atención. Te obliga a admirarlo y a reconocer su magnificencia pues se vuelve preciso determinar cuál es la enramada sobre su rincón más atrayente.

En Cerro Hermoso, el momento de la comida es más que una experiencia gastronómica. No sólo son estimulados los sentidos del paladar y la nariz. La austeridad del servicio y de las enramadas contribuyen a estimular sensorialmente todo el cuerpo. La falta de paredes que delimiten el exterior permiten admirar el folklor de la comunidad cuyo fondo paradisíaco son el follaje de los cerros. Por su parte, el mar siempre ávido de protagonismo, con el canto de su oleaje y de los vientos que pasionalmente lo laceran, clama nuevamente atención; es imposible resistirse a su hipnótica melodía. Su amante siempre fiel, la arena, no hace otra cosa sino ser cómplice de una seducción dérmica que estimula los pies por debajo de la mesa. El sabor y el olor de la comida del mar, pues, son un pretexto para ser partícipe de una orgia sensorial capaz de satisfacer momentáneamente el alma.

Más tarde, nadar un rato en esta pequeña región de mar abierto y luego suspenderse sobre sus aguas frías para entregarse el vaivén de las olas, se vuelve en un ritual improvisado que propicia la reflexión existencialista. Liberarse del peso propio es hacerlo también de las cadenas de la mente. En ese momento no se es el único experimentándolo; las energías de las demás almas adultas suspendidas confluyen en un colectivo que potencia la experiencia individual. Comienza a develarse: la vida tiene muchos contextos, algunos maravillosos y surreales como el vivir Cerro Hermoso, y algunos otros que son su contracorriente. ¿Cómo es posible que la vida sea tan dicotómica? ¿qué hago de mi existir para alejarme o acercarme a alguno de esos polos? éstas son las principales cuestiones de un proceso de reflexión y de auto-reconocimiento.

La realidad por sí misma es un artista. El cenit del ritual reflexivo comenzado se presenta durante el lapso del cenit creativo de la naturaleza en este paradisiaco rincón. Es entonces cuando el concepto Cerro Hermoso cobra total sentido. El sol comienza su descenso al horizonte detrás de la montaña que da nombre a la comunidad y esta playa comienza a engalanarse. La sombra del majestuoso montículo se convierte en el fondo oscuro de un espectáculo visual. La brisa marina bailotea frenéticamente en el viento y se ilumina para convertirse en los brillantes polvos mágicos preámbulos del místico teñido tricolor que el cielo ha de tomar instantes más tarde.

Elementos inadvertidos y de simpleza aparentemente insípida se descubren y se presentan triunfalmente para demostrar su protagonismo en este ensueño. Al horizonte el muelle rompe olas construido con enormes rocas se une a la sombra del cerro hermoso, se convierte en su extensión y surca el mar para acentuar la luminiscencia solar de la brisa sobre el mar. El pequeño faro casi al inicio del muelle trasciende sus dimensiones físicas y se convierte en un gigante de trazos triangulares que realza la presencia del hombre en esta escena.

El cielo detrás del cerro, del muelle y del faro, se tiñe cadenciosa e inadvertidamente de naranja, azul y morado. La inclemente frescura del viento acaricia las pieles. Sus murmullos corean el solo del mar en un canto arrullador de temores y preocupaciones. Ningún corazón ni mente pueden escapar a la seducción sensorial de tan melancólica belleza que induce una única inquietud al alma: entender la dicotomía de la vida y el papel de nuestras acciones para acercarnos a uno u otro polo.

Tal manifestación excesivamente sublime de la capacidad artística de la vida se convierte en el clímax de una experiencia imperdonable. Es imposible lidiar con tanta belleza de frente sin intentar hallarla en uno mismo. Si cada alma forma parte de este universo de obras cuyo lirismo es tan desgarrador ¿qué tanto de esa cualidad he experimentado cada alma cuyo origen sea ella misma? ¿si el alma misma construye su vida en tanto capitán de sus decisiones y masterizador de acciones, como puede arribar a tal sintonía? La respuesta está dentro de cada individuo y puede presentarse en algún momento de máxima lucidez de la consciencia e inconsciencia de la mente.

Luego de la revelación, la tranquilidad de la noche es el momento ideal para pensar el futuro. El manto estelar, el arrullo de olas acompañado del lamento del viento, una fogata y los crujidos de su leña calcinándose, la compasiva luna como ídolo inspirador y testigo, integran un escenario del cual el desasosiego del alma es protagonista de una agonía del pasado propiciada por nuevas aspiraciones. El proceso es doloroso, pero esperanzador. Algunos tragos de mezcal suelen servir para apaciguar el ardor de las heridas. Algunas lágrimas son necesarias para apagar el fuego que consume el alma. Después dormir, no hay más.

Cerro Hermoso ofrece pocas opciones de hospedaje. Todas ellas brindan la oportunidad de experimentar la austeridad de la población. La intención de mantener el estatus de la comunidad como un rincón paradisiaco, alternativo y tradicional es evidente. Se puede optar también por acampar sobre la playa. Cualquiera que sea la opción elegida permitirá a tu mente sincronizarse con la magia de este lugar durante el sueño. Amanecer puede también ser un renacer.

Levantarse a tomar una caminata por las orillas humedecidas de la playa, permitir al mar y a la arena seducir la piel de los pies y admirar al ascenso del sol al horizonte como si fuese el renacer de nuestras esperanzas y anhelos fortalecidos, son la experiencia que sella finalmente la imperdonabilidad de vivir Cerro Hermoso. La comunidad siempre está presta a cobijarte con sus historias, así que después del desayuno puedes bien decidir quedarte un par de días más. Por otro lado, cerro hermoso es sólo un rincón de un paraíso mucho más basto: las lagunas de Chacahua. Decidir quedarse en la misma comunidad o adentrarse a las maravillas que esconden las lagunas de Chacahua es una decisión que sólo el llamado de tu alma te obligará a tomar.

Cerro Hermoso es un pequeño paraíso en donde se encuentra una de las playas con los atardeceres más bellos del invierno en Oaxaca. Forma parte del ecosistema de Lagunas de Chacahua.

Posted by Tripxodus on Sunday, December 3, 2017

 

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