Inciso

No nos gusta el arte. Nos gusta asomarnos por el agujero del pomo de la puerta. Nos gusta husmear en los laberintos que forman los sentimientos, las emociones, las vidas. Lo único que nos distingue de la prensa del corazón es la profundidad de los sentimientos con los que traficamos. En el fondo no somos más que tertulianos caros. Nos acercamos a lo que hay dentro de la médula del hueso. De vez en cuando creemos ver un destello de Verdad. Pero no dura mucho. Por eso hacemos pocos juicios de valor.

“Yo solo hablo de mí. Incluso cuando hablo de otros solo hablo de mí.”

Vemos el mundo a través de un tubo de papel higiénico. Podemos observar pequeñas porciones de la realidad e ir buscando otras, pero no podemos verlo todo de un solo vistazo y jamás sabremos cómo es la visión total del paisaje.

Sabemos que las seseras cuadradas no valen dos duros. Contradecirse se convierte en algo aceptable y deja de ser un error. Quien no se contradice no quiere creer en el fallo, y quien no falla… No sé. Los hay genios y los hay rematadamente idiotas. Luego estamos los que no tenemos ni idea de nada y la cagamos continuamente. Sin embargo, el último fallo es siempre mejor que el anterior. Nos acercamos al límite infinito e inexistente de la Verdad con cada corrección y con cada contradicción.

Pero que quede claro, no nos gusta el arte.

Cordialmente.

Yo.

Uno que sabe poco de todo y mucho de nada.

Advertisements Share this:
Like this:Like Loading...