La psicología de la piscola

 

Si te gustan las piscolas tanto como a mi sabrás que es un traguito un poco difícil de saborear como cualquier otro que tenga alcohol, ya sea con blanca o con negra, y sobretodo si te gusta bien fuerte. Es una meta, un objetivo, un experimento, una posibilidad de uno en un millón encontrar en ese vaso el dulzor perfecto que le trae la bebida y el hielo a un universo con más de la mitad de pisco. Es difícil, pero ¿lo han sentido? Cuando te la haces y das ese primer sorbo para encontrarte con un trago rico, que ni se nota que tiene licor dentro de el, como cuando te echas base y no se te nota la espinilla a la primera pasada. A pesar de ser una de las mejores sensaciones del mundo es una de las mayores maldiciones, porque como dije: ni se nota que tiene alcohol. Así que te pasas la noche tomando tu bebida con más pisco que Coca-Cola y el mareo te alcanza más rápido que Usain Bolt.

La meta de encontrarnos con esa piscola perfecta se vuelve cada vez más difícil a medida que tomas más. Ya te da lo mismo, podría tener el sabor más amargo del mundo, pero aun así te la tomarías. Porque el placebo que ofrece el alcohol de olvidarse de todo o el de aumentar tu personalidad o el de pasarlo bien por una noche es demasiado tentador como para decirle que no. Este fenómeno ya se te está pegando en otros aspectos de tu vida. Porque encontrar la carrera perfecta, el empleo perfecto, la pareja perfecta, ¿cuál es la posibilidad de que eso ocurra? Un experimento, una en un millón. Y te empiezas a aguantar los sabores amargos, porque es mejor tener algo que saborear que tener la boca seca.

Pero no tiene porqué ser así. La piscola es solo un trago, puede parecer algo mucho más importante, pero de nuevo, los placebos son ilusiones. Si no encuentras tu piscola perfecta, si siempre está amarga, si aunque lo intentes y te la tomes con 90 de bebida, si le echas más hielo porque crees que esta muy fuerte, si nada sirve. Si sientes que hasta el hielo es un veneno que le estas agregando con la pasión de arreglarla, tienes una opción: agarra el vodka que está al lado. O el mojito, o el vino. Hazte un tropical. Que la piscola perfecta no se convierta en la obsesión de tu vida.

La piscola no es para todos. Busca tu trago perfecto: ese que con hielo o sin hielo te queda bien, ese que te lo tomarías hasta tibio porque sigue dejando un rico sabor en tu boca. No busques la carrera que parezca perfecta, busca la que quisieras hacer llueva o truene. No busques la pareja perfecta, busca a la que querrías darle un beso aunque tuviera un moquito, obvio después de decirle que se lo saque. Busca quien te acomode, quien te llene, quien te dure toda la noche, que te saque la personalidad, quien te haga olvidar todo. Busca tu trago perfecto, el que te haga querer estar sobrio.

 

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